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20 ene 2013

Mariporrón trágico


Hacía mucho que no hablaba con mi más vasco viejo amigo Tarzán de los monos de Cuenca. Hemos empezado a ponernos al día en disparates y tengo que decir que me ha metido un gol. Yo le contaba las cosas del Boom que no pude escribir aquí por privadas y fuertes. Y él me jugó un partidazo. Le he perdido permiso para reconstruir la historia aquí, a ver qué nivel le dais.

Empieza con esta frase. “Esa paranoia les dió en un mariporrón hace años a dos amigos. Acabaron estampándose con el coche a la vuelta huyendo de a saber quién...”. Le contesto, “todas las paranoias tienen algo de verdad eso es lo más inquietante”.

“Hombre. Estos decían que las tiendas de campaña cambiaban de sitio para acercarse a ellos más y vigilarlos... y que había gente armada persiguiéndoles por el recinto del festival”

Arriesgo yo: “Me lo creo todo. Que la hubiera, a saber en qué forma”, digo.

Continúa él. “Y que les habíamos envenenado el agua (que habían comprado ellos a saber dónde). Yo todo ensetado flipando en colores. Me fui al río, me senté y me tiré tres horas metiéndome piedras en los bolsillos. Era más sensato que escucharles".

Yo: “jajajaja, ¿por qué?"

Él: “No lo sé, pero era súper feliz sentado junto a aquel río. Llegué a llorar de felicidad”.

Yo: ¿Qué os comisteis?

Él: "Unas setas que nos vendieron unos pelaos de Albacete que iban con un carrito gritando: Setas! Coca! Speed! Porros! Tenemos de todo!!!
Y tenían, tenían...
A otro de los que venían con nosotros se lo llevo un helicóptero al hospital general Yague de Burgos porque le dio un infarto por tirarse tres días metido en la tienda de campaña comiéndose farlopa como si se acabase el mundo, porque decía que él sin ducharse no iba a ningún lado. Menudo tarao.
Aquel festival fue muy salvaje. Fue el último Mariporrón, nunca más se volvió a hacer.
De todos modos menuda costrada de festival ni duchas ni ostias. La presa del río Tirón (que es enano) y hala, ahí os coman los enanagos en la ribera que estaba hecha un secarral puro y duro. Lo bueno es que era gratuito”.

Llegados a este punto, introducida la historia, queda claro el nivelón, ahora viene la carnaza, reservada para sólo para hombres y mujeres.

“Volvíamos a las ocho de la mañana de los conciertos etc. y se veía una luz en la tienda del notas... asomaba con la misma cara de gollum... todo blanco y venga a sudar.... y decía... os he estado esperando... Entrabas y tenía puestas 10 o 12 rayas en una carpeta y él sentado en una esquina con las piernas cruzadas con la mirada en un punto fijo... Aquello estaba claro que no iba a acabar bien. Aquello era en Tormantos (la Rioja) y era un festival de Ska Reggae”.

“Pero qué os comisteis, ¿setas?”

“Yo un poco de todo, pero lo que más setas... El nota aquel se dedicó por entero a la farla. Los otros tipos, los que se emparanoiaron enteros (eran una pareja) estaban de invitados en mi casa (en el pueblo de al lado, donde íbamos a volver al acabar el festival). Y claro, cuando las cosas se empezaron a ir muy de madre y empezaron a hacer cosas raras fue justo la mañana de recogida. El último día se tiraron dos o tres horas perdidos y luego volvió ella sola y nos dijo que Iraultza estaba muerto y que teníamos que ir a recoger el cadáver unos dos kilómetros río arriba. Claro, nosotros flipamos en colores y ante la perspectiva decidimos huir de allí como cosacos, desmontamos tiendas, cargamos al farlopero sudoroso en el coche y enfilamos a mi pueblo (9 kilómetros) para dejar atrás a aquella pareja de tarados que no nos iban a traer más que el mal.

El farlopero ya daba muestras evidentes de estar muy jodido pero pensamos que una ducha y 20 horas de cama lo arreglaban fijo... llegamos y dejamos las cosas en mi casa. Bajamos (como es costumbre) al bar... Al llegar al bar nos damos cuenta de que tenemos la riñonera de la tarada (con su documentación, dinero y llaves del coche)... Misteriosamente a la media hora apareció allí con los ojos aún más perdidos y murmurando que Iraultza estaba muerto y que estábamos en el ajo y que les habíamos llevado al festival engañados para que les matasen.
Ojo a la película.
Convenció extrañamente a un chaval de mi pueblo (más bueno que el pan el pobre) de que la acompañara andando a buscar el supuesto cadáver de Iraultza. A todo esto el farlopero empezó a sentirse bastante bastante jodido pidiendo repetidas veces que le llevásemos al hospital, pero la verdad es que llevábamos para ese momento todos unas cuantas cervezas de más en el cuerpo, así que no había posibilidad real de llevarle sin liarla más... Se prestó a llevarle uno de los tíos más drogadictos y borrachos que he conocido en toda mi vida. No habían llegado aun al pueblo de al lado cuando el tipo este se debió poner muy jodido muy jodido y fue necesario movilizar un helicóptero desde la capital para salvar su vida... Lo recogieron en el campo de fútbol de Fresno de río Tirón.

Y los otros dos... Pues el otro muchacho llego a Tormantos y al primero que se cruzó fue a Iraultza, vivo y delirante por las calles del pueblo... La otra loca le explicó que ese no era, que le habían robado la piel y se la habían puesto por encima....
Lo extraño es que el tipo se presto a montarse en el coche de la tipa esta para que le llevase de vuelta a Cerezo... Llegó al bar blanco el pobre muchacho, contando que la tipa se le iba la pinza y que gritaba “están ahí!!! nos van a ver!!!” mientras conducía y que apagaba las luces a altas velocidades por las maltrechas carreteras de ese rincón perdido entre Castilla y la Rioja. Y que también le llegó a decir... ¿Y si nos matamos ahora no sería mejor todo? Y que hacía amagos de irse a la cuneta etc. Blanco llegó el pobre Eder, que así se llama ese buenazo...

Tras dejar a Eder en Cerezo, intentó volver a Bilbao (porque estaba claro que a mi casa así no iban a entrar estando mi abuela etc. allí... ) y no tardó ni 15 kilómetros en siniestrar el coche. Ella no se hizo nada, la loca de ella.
Iraultza consiguió de alguna manera volver por su cuenta a Barakaldo (se ha tirado más de media vida de tripi, no es difícil para él orientarse en cualquier situación) y hoy en día lleva una tienda de informática. Un grande. Un festival entretenido. El cabrón del infarto no nos volvió a hablar
(ni que nosotros le hubiésemos forzado a meterse toda aquella mierda como un loco),
Iraultza y la loca lo dejaron poco después, estaba mucho más colgada que él, que ya es decir”.

“Esas putas setas eran demenciales”, concluye.

Sí las setas, pero también las dosis. Un final histriónico por de la toma irresponsable de estupefacientes. Lo que decía esa chica seguramente lo estaría viendo. Vete tú a saber en qué dimensión demoníaca entró y lo que querían de ella. Porque esto no lo hace un ser humano por sí mismo, de eso estoy segura. Hay tanto que no conocemos que no nos podemos arriesgar de esa manera. CONSUMO RESPONSABLE. 

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