Hacía mucho que no
hablaba con mi más vasco viejo amigo Tarzán de los monos de Cuenca. Hemos empezado a ponernos
al día en disparates y tengo que decir que me ha metido un gol. Yo le contaba
las cosas del Boom que no pude escribir aquí por privadas y fuertes. Y él me jugó
un partidazo. Le he perdido permiso para reconstruir la historia aquí, a ver qué nivel le dais.
Empieza
con esta frase. “Esa
paranoia les dió en un mariporrón hace años a dos amigos. Acabaron estampándose
con el coche a la vuelta huyendo de a saber quién...”. Le contesto, “todas las paranoias tienen algo
de verdad eso es lo más inquietante”.
“Hombre. Estos decían que las tiendas de campaña
cambiaban de sitio para acercarse a ellos más y vigilarlos... y que había gente
armada persiguiéndoles por el recinto del festival”
Arriesgo yo: “Me lo creo todo. Que la hubiera, a saber en qué forma”, digo.
Continúa él. “Y que les habíamos envenenado el
agua (que habían comprado ellos a saber dónde). Yo todo ensetado flipando en
colores. Me fui al río, me senté y me tiré tres horas metiéndome piedras en los
bolsillos. Era más sensato que escucharles".
Él: “No lo sé, pero era súper feliz sentado
junto a aquel río. Llegué a llorar de felicidad”.
Yo: ¿Qué os comisteis?
Él: "Unas setas que nos vendieron unos pelaos de
Albacete que iban con un carrito gritando: Setas! Coca! Speed! Porros! Tenemos
de todo!!!
Y tenían, tenían...
A otro de los que venían con nosotros se lo llevo
un helicóptero al hospital general Yague de Burgos porque le dio un infarto por tirarse tres días metido en la tienda de campaña comiéndose farlopa como si se
acabase el mundo, porque decía que él sin ducharse no iba a ningún
lado. Menudo tarao.
Aquel festival fue muy salvaje. Fue el último Mariporrón, nunca más se volvió a hacer.
De todos modos menuda costrada de festival ni duchas ni ostias. La presa del río Tirón (que
es enano) y hala, ahí os coman los enanagos en la ribera que estaba hecha un
secarral puro y duro. Lo bueno es que era gratuito”.
Llegados a este punto, introducida la
historia, queda claro el nivelón, ahora viene la carnaza, reservada para sólo para hombres y mujeres.
“Volvíamos a las ocho de la mañana de los
conciertos etc. y se veía una luz en la tienda del notas... asomaba con la
misma cara de gollum... todo blanco y venga a sudar.... y decía... os he estado
esperando... Entrabas y tenía puestas 10 o 12 rayas en una carpeta y él sentado
en una esquina con las piernas cruzadas con la mirada en un punto fijo... Aquello
estaba claro que no iba a acabar bien. Aquello era en Tormantos (la Rioja) y
era un festival de Ska Reggae”.
“Pero qué os comisteis, ¿setas?”
“Yo un poco de todo, pero lo que más setas... El
nota aquel se dedicó por entero a la farla. Los otros tipos, los que se
emparanoiaron enteros (eran una pareja) estaban de invitados en mi casa (en el
pueblo de al lado, donde íbamos a volver al acabar el festival). Y claro,
cuando las cosas se empezaron a ir muy de madre y empezaron a hacer cosas raras
fue justo la mañana de recogida. El último día se tiraron dos o tres horas
perdidos y luego volvió ella sola y nos dijo que Iraultza estaba muerto y que
teníamos que ir a recoger el cadáver unos dos kilómetros río arriba. Claro,
nosotros flipamos en colores y ante la perspectiva decidimos huir de allí como
cosacos, desmontamos tiendas, cargamos al farlopero sudoroso en el coche y
enfilamos a mi pueblo (9 kilómetros) para dejar atrás a aquella pareja de tarados
que no nos iban a traer más que el mal.
El farlopero ya daba muestras evidentes de estar
muy jodido pero pensamos que una ducha y 20 horas de cama lo arreglaban fijo...
llegamos y dejamos las cosas en mi casa. Bajamos (como es costumbre) al bar...
Al llegar al bar nos damos cuenta de que tenemos la riñonera de la tarada (con
su documentación, dinero y llaves del coche)... Misteriosamente a la media hora
apareció allí con los ojos aún más perdidos y murmurando que Iraultza estaba
muerto y que estábamos en el ajo y que les habíamos llevado al festival
engañados para que les matasen.
Ojo a la película.
Convenció extrañamente a un chaval de mi pueblo
(más bueno que el pan el pobre) de que la acompañara andando a buscar el
supuesto cadáver de Iraultza. A todo esto el farlopero empezó a sentirse
bastante bastante jodido pidiendo repetidas veces que le llevásemos al
hospital, pero la verdad es que llevábamos para ese momento todos unas cuantas
cervezas de más en el cuerpo, así que no había posibilidad real de llevarle sin
liarla más... Se prestó a llevarle uno de los tíos más drogadictos y borrachos
que he conocido en toda mi vida. No habían llegado aun al pueblo de al lado
cuando el tipo este se debió poner muy jodido muy jodido y fue necesario movilizar
un helicóptero desde la capital para salvar su vida... Lo recogieron en el
campo de fútbol de Fresno de río Tirón.
Y los otros dos... Pues el otro muchacho llego a
Tormantos y al primero que se cruzó fue a Iraultza, vivo y delirante por las
calles del pueblo... La otra loca le explicó que ese no era, que le habían
robado la piel y se la habían puesto por encima....
Lo extraño es que el tipo se presto a montarse
en el coche de la tipa esta para que le llevase de vuelta a Cerezo... Llegó al
bar blanco el pobre muchacho, contando que la tipa se le iba la pinza y que
gritaba “están ahí!!! nos van a ver!!!” mientras conducía y que apagaba las
luces a altas velocidades por las maltrechas carreteras de ese rincón perdido
entre Castilla y la Rioja. Y que también le llegó a decir... ¿Y si nos matamos
ahora no sería mejor todo? Y que hacía amagos de irse a la cuneta etc. Blanco
llegó el pobre Eder, que así se llama ese buenazo...
Tras dejar a Eder en Cerezo, intentó volver a
Bilbao (porque estaba claro que a mi casa así no iban a entrar estando mi
abuela etc. allí... ) y no tardó ni 15 kilómetros en siniestrar el coche. Ella
no se hizo nada, la loca de ella.
Iraultza consiguió de alguna manera volver por
su cuenta a Barakaldo (se ha tirado más de media vida de tripi, no es difícil
para él orientarse en cualquier situación) y hoy en día lleva una tienda de
informática. Un grande. Un festival entretenido. El cabrón del infarto no nos
volvió a hablar
(ni que nosotros le hubiésemos forzado a meterse
toda aquella mierda como un loco),
Iraultza y la loca lo dejaron poco después,
estaba mucho más colgada que él, que ya es decir”.
“Esas putas setas eran demenciales”, concluye.
Sí las setas, pero también las dosis. Un final histriónico por de la toma irresponsable de estupefacientes. Lo que decía esa chica seguramente lo estaría viendo. Vete tú a saber en qué dimensión demoníaca
entró y lo que querían de ella. Porque esto no lo hace un ser humano por sí
mismo, de eso estoy segura. Hay tanto que no conocemos que no nos podemos
arriesgar de esa manera. CONSUMO RESPONSABLE.
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