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5 sept 2013

Buscando el espíritu de la DMT

Yo la llamaba, la pedía
y sabía que iba a tenerla,
el espíritu de la yerba
dmt, ayahuasca, yurema.
Estaba yo contenta, preparada para ella,
estaba burlona y risueña
cuando me disponía a entrar en su pieza
comprendí que no quería recibirme.

Vi cómo esquivó la puerta
y en el lado izquierdo
se empezó a manifestar en muecas
a la derecha música, detrás mi respiración
y enfrente de mí era ella
metamorforseando colores y formas.
Su cara era un ojo, el cielo y la yerba.
Tres culos, moluscos, espuma de lambrusco
en cuestión de segundos
orugas, una tortuga y un buda
Asombrosa concentración y entrega.
Planetitas que suben
y en una pelota roja se integran

Soy consciente de mí y de ella,
que lo estoy viendo desde fuera,
me ha dicho que no
que sólo es ella
y no lo que yo quiera que sea.

29 abr 2013

El saber que todo lo sabes



Más ligera que una chispa en una hoguera, no me pregunto porqué no siento el cuerpo, no es el momento. Porque en lugar de piernas tengo alas, no necesito nada, me salen luciérnagas del alma. Claridad, fuerza, felicidad y certeza.

Al mismo tiempo tengo ganas de cagar y mear, llorar, eructar y vomitar. Quiero saltar, pero también sentarme y hablar, quiero el abrazo más fuerte del mundo por los suelos. Feliz de estar aquí, en mi planeta y con mis hermanos. Escalofríos de placer. Sospecha de que no tengo límites. Y sin embargo busco agua, orujo, whisky cola, cerveza o zumo de naranja. Administrarme lo que tengo en el bolsillo. Quiero agua sin grumos, tabaquito para fumar. Aunque no lo necesito, si yo soy superman. 

Me regalo a esta vida para que ella me lo regale todo a mí. Voy en un salto de pensamientos positivos para después quedarme flotando en el estanque de los sabios. Y que no se acabe. Lo tengo en la mano, lo llamo "el saber que todo lo sé", pero mañana no quedará nada, sólo un recuerdo, sólo un intento. Me quiero quedar así. Quiero explotar hacia dentro y desintegrarme en la antimateria del universo. 

17 feb 2013

Momento entre la yerba DMT, la historia que tengo en la cabeza entre mi otra parte y yo. Y la humanidad, claro. Nada con él.


Ella, la bienamada, aliada, caila, poderosa diosa, compañera de momentos selectos, verde vieja, caprichosa alcahueta, me lo dijo en las últimas transmisiones, cuando ya se diluía por su dimensión sublime: “Tienes que ser mejor que él”, por íntima telepatía me dijo. Abrí los ojos sonriendo, y pensé, bueno, ahí tengo mi respuesta. Y así dejé caer mi azotea por esta corriente, en busca del siguiente estanque.

Casi me desintegro en el intento. Confines de bajuras, paredes subterráneas de constricción, ínfulas pantagruélicas, abismos de infinito, raíces adventicias. Ahora ya terminado el ciclo, respiro. Y todavía un poco sedada, escalofriada, amedrantada, rebasada, me gustaría dirigirme a ella. DMT, dime, espíritu de las muecas psicodélicas, del ritmo y el hechizo, dime: ¿cómo que voy a ser mejor? Risa maligna que termina en tos. Todos mis respetos, estabas algo dudosa, pero, ¿no tenías una respuesta mejor? Dejemos de poner la palabra mejor.

Escribo este papel que está ahora en blanco, pero es inútil pensar que es pasar página. No tardaré en añadirlo a los otros, por más maravilla que vea en cada aleteo de mariposa (que antes fue larva, como yo ahora). Esta historia mía, mía y sólo mía, de mi cabeza, un poco de la DMT, un poco del tiempo, otro del mundo, pero nunca de él como alguien más especial que el resto. De total y absoluto de él y sólo él como yo pensaba. No, esta historia es de cualquier cosa menos de él, no tiene casi nada que ver. Prefiero decir de toda la humanidad y sus caídas, y encíclicas venidas arriba. Estamos aprendiendo, todos me dicen, y también les dije a todos tantas veces. Habrá que creerlo.

28 ene 2013

La primera comunión


El origen del club mickeymouse. Historia reconstruida gracias a la ayuda de mi vieja compañera de batalla Punkadik.

Dejamos a los churris en casa porque era el finde RESERVADO de hacía semanas para nosotras solas... Entre las tres posibilidades, Cuenca, Salamanca o el Dragon Destroyer Festival Santa Fé Granada, hubo unanimidad, en realidad no había nada que hablar. Un coche, tres amigas y un destino. Salimos de Madrid siendo las mil y llegamos a las veinte mil. Doce horas para llegar y eso que teníamos GPS.

¡¡Un frío...!! “Nos pusimos toooda la ropa que teníamos…”. Una oscuridad... “no sabíamos dónde aparcar ni por dónde ir para no atropellar a ningún zombie…” y una mala ostia por la regla... “habitual en mí cuando me voy de festival, no falla”, dice Punkadik.

Tirititando de frío nos echamos unos cubatas (cinco de la mañana), ponemos la tienda y muy pronto aparece una tía de la nada, ofreciendo unas cápsulas de no sé qué y diciendo “me cago en la gente que no recoge la mierda de sus perros, luego el mío se las come y se pone to ciego”. Cuando se fue empieza nuestro desvarío con los nombres originales de perros.
  
     - ¿Cómo se llama tu perro?
     - “Como tú”, “Que te den”, “Hasta luego”, “Qué dices”, “Tu puta madre”, “Y a ti qué”… y así sucesivamente, paranoia que volvió muchas veces

Nos animamos y nos fuimos a la rave más cercana a por algo interesante. Cuenta Punkadik, “cuando empieza a amanecer decido sacar las MickeyMouse®, (conseguidas gracias a mi amigo Gabri, al cual amaré toda la vida por ello)”, unas nuevas pastillas venidas de Amsterdam, y a partir de ahí entramos en un mundo mejor que todos los eurodisney juntos habidos y por haber en toda la galaxia. 

Todo se distorsiona y el día nublado se empieza a volver colorido. Diversión incontrolada y a la vez muy muy dueñas de ella, no se puede explicar. “A mí me dio por mirar el micra azul eléctrico de mi madre, ¿por qué... ¿por qué?? Pues no lo sé, creo que me absorbía sin más, igual que el monte y cualquier cosa que hubiera a mi alrededor. También recuerdo haberte mordido bestialmente, ¿por qué? Tampoco lo sabemos...”. 

"Recuerdo que Réquiem, la otra amiga, se enamoró de un tío al que las Mickeymouse® le hicieron un favor haciéndole parecer menos feo, que alguna de las dos quería mear y yo la incitaba a hacerlo prácticamente en medio de la karretera”.

El monte era morado y había olivos, los coches entraban en el cosmos. No podíamos parar de descojonarnos y de inventar cosas nuevas “¿quién ha echado vodka en mi speed?”, imposible ejecutar una acción normal por más que quisiéramos. Me levantaba del suelo haciendo un esfuerzo y les quería decir a los de al lado si nos daban una cerveza. Me acercaba y no podía hablarles, me tronchaba. Tres veces lo intenté. Idas giradas mortales, pero muy intelectual, no eran chorradas, eran verdades ocultas. 

Miré la hora pensando que serían las cuatro de la tarde y solo eran las once de la mañana… sólo de pensarlo se me encoge el alma. Después de un rato juntando concentración y cursión, logramos emprender la acción de buscar un sitio para mear. Ya no volvimos más a la tienda en 15 horas. Un mundo suurreal. Punkadik se acercó a un chico muy rubio y le dijo “¿eres albino?”, “no”, “pues entonces eres negro”. Yo intentaba comer aceitunas de los árboles y me caía al suelo de lo malas que estaban. Ya no sabíamos cual era la misión, sólo andar y andar errantes y ácidas, conquistando realidades nuevas. Se nos acercó a hablar la chica de Malviviendo, la que su personaje se traía kilos de porros de Marruecos metidos en la vagina. No éramos ni zombies, éramos escuerzos de otra galaxia, por momento yo miraba a la gente del festival como si no fuéramos de la misma raza. Nos fuimos caminando por un mercadillo, les pedía que me compraran una falda flamenca, era lo que más quería en el mundo. Llovían chaparrones. No sé cuántas horas habían pasado...

Todo estaba mojado y nos invitaron a sentarnos bajo una carpa azul. Ahí conocimos a dos gallegos muy locos (que en ese momento parecían normales) y con ellos nos fuimos de misión. Perdí el dominio de mi cuerpo hasta coger la forma de un baffle,  creo que a Réquiem le pasó lo mismo, y Punkadik no se podía sostener en pie, pero se hacía caldo también.

Empezó a llover y a hacerse de noche. Nuestros colegas gallegos se convirtieron en barro, se tiraban en plancha por las cuestas. “El barro es Dios”. Se sabían todos los puntos de venta de tripis, pero no se acordaban de dónde estaba su camión, donde tenían su fábrica. Fuimos por todo el festival, pero nadie tenía nada ya. Juntamos un poco de cada cosa, un poco spid, otro poco coca, m, y se hicieron una raya gigante. Yo cuando vi eso ya no pude más y perdí el habla. Me fui y me quedé al lado de un tonel con fuego de un vendedor de bocadillos y birras. Empapada y con las manos casi tocando el fuego, algunos que pasaban me preguntaban si era guiri y yo con la cabeza les respondía que no.

Réquiem se metió en la tienda y no quería abrirle a nadie y Punkadik se fue con los gallegos. Su testimonio. “Por la noche (o vete tú a saber cuando) yo me fui a la tienda con el gallego vizco, xako (ya podía haber sido el otro, pero yo en ese momento era feliz con cualquier cosa, a él también le hicieron un favor las mikis...)”.

Y bueno, ante la lluvia y más lluvia y frío y nuestro estado de shock, al día siguiente volvimos a casa, no había nada más que hablar. El Dragón nos comió en 24 horas. Imagínate la gente que se pega un mes allí, que es lo que dura el festival. Like a virgin touched for the very first time. Sin saber qué coño nos había pasado. Sólo que era el principio de algo muy grande.

20 ene 2013

Mariporrón trágico


Hacía mucho que no hablaba con mi más vasco viejo amigo Tarzán de los monos de Cuenca. Hemos empezado a ponernos al día en disparates y tengo que decir que me ha metido un gol. Yo le contaba las cosas del Boom que no pude escribir aquí por privadas y fuertes. Y él me jugó un partidazo. Le he perdido permiso para reconstruir la historia aquí, a ver qué nivel le dais.

Empieza con esta frase. “Esa paranoia les dió en un mariporrón hace años a dos amigos. Acabaron estampándose con el coche a la vuelta huyendo de a saber quién...”. Le contesto, “todas las paranoias tienen algo de verdad eso es lo más inquietante”.

“Hombre. Estos decían que las tiendas de campaña cambiaban de sitio para acercarse a ellos más y vigilarlos... y que había gente armada persiguiéndoles por el recinto del festival”

Arriesgo yo: “Me lo creo todo. Que la hubiera, a saber en qué forma”, digo.

Continúa él. “Y que les habíamos envenenado el agua (que habían comprado ellos a saber dónde). Yo todo ensetado flipando en colores. Me fui al río, me senté y me tiré tres horas metiéndome piedras en los bolsillos. Era más sensato que escucharles".

Yo: “jajajaja, ¿por qué?"

Él: “No lo sé, pero era súper feliz sentado junto a aquel río. Llegué a llorar de felicidad”.

Yo: ¿Qué os comisteis?

Él: "Unas setas que nos vendieron unos pelaos de Albacete que iban con un carrito gritando: Setas! Coca! Speed! Porros! Tenemos de todo!!!
Y tenían, tenían...
A otro de los que venían con nosotros se lo llevo un helicóptero al hospital general Yague de Burgos porque le dio un infarto por tirarse tres días metido en la tienda de campaña comiéndose farlopa como si se acabase el mundo, porque decía que él sin ducharse no iba a ningún lado. Menudo tarao.
Aquel festival fue muy salvaje. Fue el último Mariporrón, nunca más se volvió a hacer.
De todos modos menuda costrada de festival ni duchas ni ostias. La presa del río Tirón (que es enano) y hala, ahí os coman los enanagos en la ribera que estaba hecha un secarral puro y duro. Lo bueno es que era gratuito”.

Llegados a este punto, introducida la historia, queda claro el nivelón, ahora viene la carnaza, reservada para sólo para hombres y mujeres.

“Volvíamos a las ocho de la mañana de los conciertos etc. y se veía una luz en la tienda del notas... asomaba con la misma cara de gollum... todo blanco y venga a sudar.... y decía... os he estado esperando... Entrabas y tenía puestas 10 o 12 rayas en una carpeta y él sentado en una esquina con las piernas cruzadas con la mirada en un punto fijo... Aquello estaba claro que no iba a acabar bien. Aquello era en Tormantos (la Rioja) y era un festival de Ska Reggae”.

“Pero qué os comisteis, ¿setas?”

“Yo un poco de todo, pero lo que más setas... El nota aquel se dedicó por entero a la farla. Los otros tipos, los que se emparanoiaron enteros (eran una pareja) estaban de invitados en mi casa (en el pueblo de al lado, donde íbamos a volver al acabar el festival). Y claro, cuando las cosas se empezaron a ir muy de madre y empezaron a hacer cosas raras fue justo la mañana de recogida. El último día se tiraron dos o tres horas perdidos y luego volvió ella sola y nos dijo que Iraultza estaba muerto y que teníamos que ir a recoger el cadáver unos dos kilómetros río arriba. Claro, nosotros flipamos en colores y ante la perspectiva decidimos huir de allí como cosacos, desmontamos tiendas, cargamos al farlopero sudoroso en el coche y enfilamos a mi pueblo (9 kilómetros) para dejar atrás a aquella pareja de tarados que no nos iban a traer más que el mal.

El farlopero ya daba muestras evidentes de estar muy jodido pero pensamos que una ducha y 20 horas de cama lo arreglaban fijo... llegamos y dejamos las cosas en mi casa. Bajamos (como es costumbre) al bar... Al llegar al bar nos damos cuenta de que tenemos la riñonera de la tarada (con su documentación, dinero y llaves del coche)... Misteriosamente a la media hora apareció allí con los ojos aún más perdidos y murmurando que Iraultza estaba muerto y que estábamos en el ajo y que les habíamos llevado al festival engañados para que les matasen.
Ojo a la película.
Convenció extrañamente a un chaval de mi pueblo (más bueno que el pan el pobre) de que la acompañara andando a buscar el supuesto cadáver de Iraultza. A todo esto el farlopero empezó a sentirse bastante bastante jodido pidiendo repetidas veces que le llevásemos al hospital, pero la verdad es que llevábamos para ese momento todos unas cuantas cervezas de más en el cuerpo, así que no había posibilidad real de llevarle sin liarla más... Se prestó a llevarle uno de los tíos más drogadictos y borrachos que he conocido en toda mi vida. No habían llegado aun al pueblo de al lado cuando el tipo este se debió poner muy jodido muy jodido y fue necesario movilizar un helicóptero desde la capital para salvar su vida... Lo recogieron en el campo de fútbol de Fresno de río Tirón.

Y los otros dos... Pues el otro muchacho llego a Tormantos y al primero que se cruzó fue a Iraultza, vivo y delirante por las calles del pueblo... La otra loca le explicó que ese no era, que le habían robado la piel y se la habían puesto por encima....
Lo extraño es que el tipo se presto a montarse en el coche de la tipa esta para que le llevase de vuelta a Cerezo... Llegó al bar blanco el pobre muchacho, contando que la tipa se le iba la pinza y que gritaba “están ahí!!! nos van a ver!!!” mientras conducía y que apagaba las luces a altas velocidades por las maltrechas carreteras de ese rincón perdido entre Castilla y la Rioja. Y que también le llegó a decir... ¿Y si nos matamos ahora no sería mejor todo? Y que hacía amagos de irse a la cuneta etc. Blanco llegó el pobre Eder, que así se llama ese buenazo...

Tras dejar a Eder en Cerezo, intentó volver a Bilbao (porque estaba claro que a mi casa así no iban a entrar estando mi abuela etc. allí... ) y no tardó ni 15 kilómetros en siniestrar el coche. Ella no se hizo nada, la loca de ella.
Iraultza consiguió de alguna manera volver por su cuenta a Barakaldo (se ha tirado más de media vida de tripi, no es difícil para él orientarse en cualquier situación) y hoy en día lleva una tienda de informática. Un grande. Un festival entretenido. El cabrón del infarto no nos volvió a hablar
(ni que nosotros le hubiésemos forzado a meterse toda aquella mierda como un loco),
Iraultza y la loca lo dejaron poco después, estaba mucho más colgada que él, que ya es decir”.

“Esas putas setas eran demenciales”, concluye.

Sí las setas, pero también las dosis. Un final histriónico por de la toma irresponsable de estupefacientes. Lo que decía esa chica seguramente lo estaría viendo. Vete tú a saber en qué dimensión demoníaca entró y lo que querían de ella. Porque esto no lo hace un ser humano por sí mismo, de eso estoy segura. Hay tanto que no conocemos que no nos podemos arriesgar de esa manera. CONSUMO RESPONSABLE.