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11 nov 2012

Boom Festival


¿Que por qué se me ponen los sesos verdes y las tripas negras cada vez que alguien menciona el Boom? Será, sencillamente, que se despierta mi instinto de supervivencia humana. Si no habéis escuchado hablar de él, me alegro por vosotros, pero os informo de que es un festival de trance que se celebra en Portugal cada dos años. Si no ha llegado a vuestros oídos, mejor que mejor. Ha pasado el tiempo y todavía me da miedo-asco-desasosiego recordar todo aquello.

Imaginad un recinto más grande que muchas ciudades, a la orilla de un lago pantanoso, en medio de una región árida, un “muertidero de polvo” –así lo escuché calificar-, en el centro de Portugal. Al llegar por fin, después de una hora de taxi apalabrado, la mastodóntica portalada parece un espejismo enorme en el desierto, una frontera a otro mundo cuyo pasaporte son 180 euros.

Nosotras decidimos colarnos. “Nadie puede poner puertas al campo”. Tres horas a 40 grados subiendo y bajando por cerros despeñados, esquivando seguratas,  arañándonos las piernas con la vegetación seca. Las barricadas “contra el capitalismo”. El retumbar del trance nos motivaba.
Por fin llegamos dentro, “¡¿estamos dentro?!” nos miramos emocionadas, era este el mejor de los sueños, el cielo plasmado en la tierra, hasta podía escuchar música de arpas. Hacía tres días que había empezado el festival y la gente ya vegetaba de cansancio por los rincones. ¿Les habían cortado las alas a los querubines?

Más que nada el Boom me parece la difusión masiva y sutil de muchos mensajes o de uno solo que, si te llega profundo, nada será igual ya para ti. Va a influir en tu manera de comportarte, y te convertirá en publicidad andante para ellos cuando vuelvas a tu ciudad y se lo cuentes a tus amigos. El mensaje sería algo como: “Hay algo más. Despierta. ábrete a las nuevas dimensiones, los otros planetas, entrégate al trance, a la psicodelia, déjate entrar, sé un canal…”.

Área de curación, Fuego Sagrado, Templo de la Danza, Funky Beach, áreas chill-out, espacios culturales, (el templo de Shiva, el Gamelatron)… Todo tipo de espacios para actuaciones de baile, performances, conferencias, proyecciones… todo en perfecta sincronía con el espacio.
Cada detalle cuidado al milímetro. Había hasta una luna artificial. Si te fijabas, la composición de los elementos, aunque fueran las papeleras ¡todo!, estaba colocado en armonía geométrica, con grandes distancias entre cada cosa. Curradísimo el festival.

La verdad es que te enseñan algo fuerte, no hay quien se resista al embrujo, pero, cómo explicarlo… todo son verdades a medias, se trata un bombardeo de informaciones, un aturdimiento de la consciencia, yo lo vi una forma de aprovecharse de la persona para que no pueda decidir. Algo no es natural ni normal.

Cuando logras ver el engaño, la parte oscura, te puedes caer por una abismo de bofetadas, te puedes revolver en el hostil hueco que queda cuando tu esencia humana se ha esfumado. Parecen palabras locas y estoy un poco despechada, pero lo que parecía un cielo puede convertirse en el infierno mismo, (consciente de que esta última frase se puede aplicar a todos los festivales).

¿Por suerte o por desgracia?

Voy a contar lo que yo intuí que había detrás de cada pequeña cosa, la intención de los organizadores y los medios para lograrla. Empecé con este análisis porque, según pasaban las horas, me empecé a sentir como si me estuvieran quitando algo. El todo en conjunto me pareció algo muy oscuro, y algo muy fácil en lo que caer en los tiempos que corren.

Esta gente sabe cosas, maneja cosas, hace negocio con cosas sagradas, poderosas y ocultas en los últimos siglos. Te muestran un poco para que te sigas haciendo preguntas y llevarte por donde ellos quieren. ¿Cómo lo hacen? Es un gran despliegue de medios para reflejar símbolos de poder, de atrapamiento de la psique, geometría, proporciones áureas. Te llevan a estados como de hipnosis. Psicodelia visual, música trance, fomento de la comunicación con otras dimensiones y con extraterrestres también.

Ejemplo. Vendían camisetas que pone en inglés algo así como: “Si ellos te hablan, no les escuches” y un dibujo de un platillo volante abduciéndote. Esto es fomento de la locura. Fuera de bromas, hay personas muy metidas en estas paranoias. Y mencionándolo ya lo haces más real y encima la psicología inversa de la negación “no les escuches”. Yo me quedaba loca con estos detalles.

Otro. Usan la naturaleza y su perfección para sus fines. Ponen efectos especiales en el lago y las plantas. Pusieron en un árbol milenario un juego de sonido y luces, el árbol vibraba e iluminaba según dónde tocabas, en otro punto… no sabéis qué efectos tan flipantes pueden llegar a conseguir, no sabéis la dedicación extrema en cada detalle. Columpios con material reciclado, cada dos pasos un farol en forma de seta… parecía que estábamos en un cuento de duendes del bosque.

Después de unos días compartiendo esa fuerte ficción con miles de personas,  bebiendo el mismo agua, sintiendo estrés porque te estás perdiendo cosas, viendo “más allá”, como quieren ellos… Porque a ver, está claro que utilizan los símbolos para atraparte, los ponen donde quieren, donde te van a seducir, mezclan cosas… y cuando estás más atrapado entonces quieres más y no puedes parar de hacerte más preguntas y cada vez estás más dentro, cada día que pasa eres más Boom y menos tú, porque ya no puedes pensar por ti mismo, no puedes ni descansar, sólo atraparte más y más…



Y si te metes en alguna de las dos macro salas de trance, ya ni te cuento. Sales completamente cadáver de allí aunque estés media hora. Y no es fiesta sana. No hay compañerismo ni nada de eso, sólo vampirismo, atrapamiento y sentimiento de que eres poderosos, cuando, en realidad, cada vez estás más debilitado, consumas drogas o no.

La vida en el Boom

Al lado de la macro sala de fiesta principal había unas personas como de buen rollo maquillando a todos con pinturas fluorescentes que en la oscuridad del neón juegan, juegan, juegan. Te sirven para vampirear energía con más facilidad. Los maquilladores parece que están ahí como personas espontáneas, pero en realidad están contratados por el festival. A mí me lo contó uno de ellos. Le tiré alguna frase trascendental sobre todo esto y el chaval me preguntó si le acompañaba a dar una vuelta, le vi con ganas de desahogarse. No hablamos mucho, yo le hablaba de cosas que estaban pasando ahí y él no contestaba. Le dije “¿tú estás de acuerdo con la filosofía del festival?” y respondió, “me lo pregunto todos los días”.

Un rato después pasé por ahí otra vez porque necesitaba cocacola para echarle al vino y estaba ahí todo el corro de gente mientras les pintaban. Les dije, en español y en inglés, chillando para que me oyeran todos. “¿Alguien tiene cocacola?” Nadie contestó y me miraban como incómodos. De pronto noto a un tío partiéndose de risa. Era español, de los pocos que vi, y me dice “illa, ¿no te das cuenta de que están aliñados? Éstos no se enteran. No les entra que les preguntes eso aquí en medio, no saben qué hacer”. Entonces empecé a decirles: “Cocacola!!! Everybody knows what am I talking about, it´s the most famous drink, even more than water!! Come on!! Cocacolaaa” con una risa histérica. Se había hecho el silencio. Fue muy raro.

Los traficantes que merodeaban estaban contratados por el propio Boom, estoy casi 100% segura. Porque ¿qué israelita viajaría desde tierra santa portando tantas drogas? Diciendo que se llama Cooper (¿¿??), ofreciéndolas tienda por tienda. Aparte de tripis, éxtasis, cocaína… decía tener DMT, esa planta sagrada para consumir en el lugar más tranquilo y seguro del mundo, usada como medicina en las tribus amazónicas y que te lleva a una sublime dimensión. Luego tenía escrito en la libreta "que tengan que venir de Israel a envenenar a una española en Portugal con sustancias falsas de Brasil, manda pelotas".

Otra cosa que me llamó la atención fueron las instalaciones destinadas a la cura de malos viajes. Una carpa llamada Kosmikare. ¿¿Cuidado cósmico?? ¿Vosotros, el gentuzo que permite la venta de drogas y que probablemente sea quien la promueva?

También había una carpa tipo energy control donde podías llevar tus drogas y analizarlas. Y resulta que la mayoría de cartones que estaban circulando no contenían LSD, sino otras sustancias, llamadas OBI, OCI… que a saber qué te hacen. Había carteles con advertencias por todos lados. Qué legales. Qué buena filosofía. Hipócritas. Aquí dejo un link de una página que advierte sobre los efectos de este pseudo LSD. http://dancesafe.org/drug-information/dob-analogues

Otra hipocresía. Las áreas chill-out. ¡Una maravilla! Enormes carpas o zonas de árboles con hamacas, suelo mullido, cojines... Muy buena idea, un festival de siete días en el que no hay casi sombra y menos en los campings. Un festival de 180 euros, qué menos que habilitar áreas al descanso. Vale. ¿Tú te crees que se podía descansar ahí? Como diría Amy Winehouse, “NOU, NOU, NOU”.

Cuando pillabas sitio y encontrabas la postura, incluso te habías habituado al punch punch suavecito que salía de los altavoces. Cuando tenías cogido el maldito sueño, entonces, señores, cambiaban bruscamente la música y subían el volumen. Yo desperté con el peor mal humor de mi vida a las cinco de la mañana, con una melodía hard-psicodélica con gritos de exorcista de fondo y una china gritando en la pantalla. Cuando miré a la cabina de los djs vi a cinco personas totalmente serias, frías y les eché mil maldiciones mientras me iba. Ahí empecé a mosquearme de verdad.

Pero la más acertada metáfora del festival es la cola de casi cadáveres, almas perdidas, bailarines de purgatorio que harían llorar a las ánimas de las leyendas de Bécquer, arrastrándose, literalmente, formando una fila para sacar dinero del cajero 24 horas. Eso ya sí que me pareció… El ejemplo más gráfico de lo que es esto. Un chupadero de energías y de dinero. ¿A cambio de qué? De ilusiones, de más preguntas, de su equilibrio mental, su salud, su tiempo y, no por última menos importante, su personalidad.

La mejor cosa que hice fue juntarme con los artesanos. Casi todos eran mejicanos, peruanos, argentinos… fue como volver a casa. Uno de los días que peor estuve, me senté al lado de uno de ellos, estaba a punto de atardecer. En lugar de preguntarme que qué me ocurría, recuerdo que me dijo algo muy natural, con una tranquilidad y una paz dignas de cualquier persona de sudamérica. Me hizo sentir tan bien esa tontería… empezaba a ver la luz.

Los artesanos no eran como el resto que venían de todos los países de la U.E., Suiza e Israel con los bolsillos llenos de euros en busca de diversión extrema de festival. Los artesanos se hacen el agosto porque los otros pagan precios desorbitados por la bisutería de macramé y alambres, sobre todo las chicas. Que parecía eso la Cibeles de temática étnica, hinduista, hippy o qué se yo, todo mezclado.
Por lo menos había algo coherente en todo esto, gente que está ahí trabajando y haciendo algo por mejorar su vida y no sólo la masa en busca de estímulos y estímulos para autorrealizarse. Porque los currelas del festival es otro tema que me gustaría mencionar. Le pregunté a una chica de unos 16 años que trabajaba limpiando baños que cuánto les pagaban. Me dijo 26 euros al día por 10 horas de trabajo. 

Cuando vio mi cara desencajada me dice “pero al menos estoy aquí (dentro del festival)”. Encima de todo, explotadores, lo que les faltaba.
El último día había en uno de los escenarios había un micrófono abierto para quien quisiera subir. La gente que se animó, posiblemente miembros de la organización, se dedicó a alabar la sustentabilidad del festival y cosas así, el público no les hacía demasiado caso. Cuando me tocó a mí, me dijeron que fuera breve.

Odio hablar en público, pero  sentí que tenía que hacerlo. Y en inglés. Sentada en medio del escenario y mirando al suelo empecé a hablar. No recuerdo bien las palabras pero critiqué las dos macrocarpas de trance y la hipocresía de la “curación” que propagaba el festival y que permitieran implícitamente la venta de drogas. Además dije lo de las áreas chill out que eran cualquier cosa menos para descansar y de el trance non-stop los siete días que había terminado por desquiciarme porque no podías huir.

Había momentos en que me temblaba la voz y también llegué a llorar. Cuando levanté la vista y miré al público, para mi sorpresa estaban prestando mucha atención y recibí miles de miradas de apoyo y casi de consuelo. Me sentí como la basura consciente, producto de toda esta mierda. Pero me alegré de que todos lo vieran, bueno, los allí presentes. 


Concluyo

Mucha gente que fue al festival piensa lo mismo que yo. Unos cuantos nos fuimos después para Oporto y hablé con ellos de esto. Es duro reconocer algo tan oscuro, pero también se sentían mal respecto al festival, un poco como si les hubieran quitado algo. Otros me dijeron, “pero tienes que quedarte con lo bueno, es un intercambio muy grande de ideas y artes”, y yo contestaba “todo lo bueno tiene su opuesto pero en este caso lo malo pesa demasiado, es un precio muy alto a pagar, es una deshumanización, algo que no debería estar en venta”.

Nada que ver. El Brincadeira.

Después del Boom, Oporto y de ahí iba a volver a casa con este sabor de boca, pero al final decidí ir Galicia a otro festival, el Brincadeira. Menos mal, porque fue la curación de todo lo que me hizo el Boom.

Encontrar a los colegas después de un año o más. Toda la peña que habla en español y la música, ¡en español! ole. El primer concierto fue como volver al vientre de una madre. Era de Boikot, entré sola pero estaba con todo el mundo, la energía del pogo, sentir alivio al recibir codazos y saltar sobre el polvo, saberme las canciones. Allí éramos todos lo mismo, hermanos, cantando con una sola voz. Algo tan básico y que en el Boom no lo encontré.

Poca gente, entradas baratas, raves hechas por gente como tú y como yo, no por mafiosos anunakis o a saber. Cerveza Steinburgh, bocadillos a dos eurillos... Tonterías, ¡¡pero lo necesitaba tanto!! Gracias Galicia, Brincadeira, Calle 13, Las Grecas, Chimo Bayo. Y el grandísimo concierto de Lehendakaris Muertos, donde se corrió el bulo de que Rajoy había muerto, dios, ¡¡tanta felicidad!!

El homólogo, Universo Paralelo

Cuando me dijeron que los del Boom eran los mismos organizadores que los del Universo Paralelo comprendí muchas cosas. El U. P. es un festival que se hizo en Brasil y casi toda la gente que conocí después con la pulsera esa de tela que la llevan como una religión tenían algo en común, estaban medio pirados después de haber ido a eso.

Uno de mis jefes de cuando estuve en Brasil tenía comunicación directa con los alienígenas, él mismo lo contaba como parte de su vida. Lo había dejado todo, su pareja, su trabajo y su ciudad para comprar un camping y convertirlo en un Centro de Curación por el día y Trance por la noche.
Y decorarlo en misma línea estética que el Boom: el shivarismo, la psicodelia, los extraterrestres, las drogas, la curación y el trance infinito. ¡Todo como en el Boom! Las luces, los efectos especiales, la decoración de flores de plástico, los chill outs y la obsesión por conseguir dinero para seguir perpetuando todo esto.

Lo vi claro. Mi jefe es el ejemplo consumado de lo que busca la gentuza esta, quienes carajo resulte que sean. Mi jefe no volverá a ser el mismo. Ahora es un profeta embajador de toda esta marabunta. Quizá esté yo paranoica, pero me veo en la obligación de difundir mi pequeño estudio, para que si alguien está dudoso por ir o tiene interrogantes sobre estos rollos, sepa a lo que se expone.

3 comentarios:

  1. Hola Girada,
    Yo estuve en Boom en el año 2010 con unos amigos alemanes (por supuesto, la gente española que conozco no saben lo que es) y la verdad es que fue una buena experiencia en la que me di cuenta que a medida que pasaban los días volvía a mi lado más salvaje y primitivo. También he de decir que estaba con un grupo de gente en el que el cariño era muy intenso y que pasabamos buenos ratos cada día paseando y de tertulia, un planteamiento un poco alejado de lo que vi en la generalidad de la gente.
    Te digo que volvía a mi lado más salvaje porque mi vida es muy estandar de acuerdo con los patrones de nuestro (jodido) mundo civilizada. El primer día estaba un poco cohibido, el último que estuve pasé la mitad del tiempo desnudo.
    Pero si que me quedó una cierta sensación de todo lo que tú explicas en este post (que me ha encantado leer, gracias!), de un mercantilismo máximo disfrazado de mucho misticismo facil de vender a lo que se denomina (yo no uso ese término) perroflautas. Pero joder, perroflautas muy pijos eran todos!
    Lo volveré a leer en otro rato y escribiré más sobre lo que opino, pero tengo muy claro que me gustaría volver, a beber unas cervezas y unas botellas de vino, fumar unos porritos, estar con buena gente, bailar a la luz del sol (me encanta y en este país la única manera de encontrar eso es en ambientes muy tóxicos y enrarecidos que por mi edad me resulta incómodo ver ya) y, si, volver a sentirme otra vez como el animal primitivo que soy.
    Besos!

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    1. Me alegro de que te haya gustado. Dicen que hubo una diferencia abismal del boom que tú fuiste a éste último, mucho más dinero y fines oscuros metidos ahí, opino yo. Y bueno, no necesitas ir al boom para llegar a tu ser más primitivo, hay otros festivales mucho más asequibles y de intenciones transparentes. Los rainbow gathering, que hacen por todo el mundo o el ozora, que el verano pasado lo hicieron en Hungría. Ahí sí que hay esencia, amor y desinterés.

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  2. Wenas.. soy español y el año 2012 fue un año brutal ,el boom por ser la primera vez que voy me encanto y en 2014 repetire esa experiencia...

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