Nada es igual que de
normal. Ahora te das cuenta de que existe un estado normal y este no es. Mi
mundo interior ha cambiado, se está contorsionando y tomando su verdadera forma.
Ahora mi mundo es el protagonista único. Esto me asusta porque pasa pocas
veces: lo tengo sentado ahí, a la altura de mis ojos, mirándome, inquisidor y
tierno. Y no quiere estar callado, quiere expresar todas las cosas que no pudo
decir en mucho tiempo.
Es el momento de
quejarse (me sobrecoge). Es el
momento de desechar las cosas que nos alejan de nuestra esencia prima. Es el
momento de decirme porqué está triste y de sacar otras cosas importantes de
verdad, que están ahí pero la rutina las mantiene dormidas, tan ocupados todos
en cosas que son secundarias en realidad.
Es el momento de
analizar los temas uno por uno, desde la alegría extrema o desde la impotencia
y la tristeza. Con su voz afectuosa va desbrozando, punto por punto de cada
tema y entiendo las cosas de otra forma. Descubro matices que estaban
subyacentes.
Estoy relajado y a
la vez pensando muy deprisa, porque esto ya no puedo pararlo. Me desconecto del
paso del tiempo, que me da absolutamente igual, más de dos horas llevo así. He
dejado mis tareas normales y las he cambiado por esta cara de feliz.
Pienso, "esta es
realmente mi onda, es como mi mundo y mi filosofía llevada al extremo. Ahora
entiendo porqué se fuma tanto. Esto es el mundo de Jauja total".
Sin embargo es
individual, porque las personas de mi alrededor ya no son de confianza, no sé
porqué, no me fío de ellas. Creo que se han convertido en violento espejo de mi
reflejo. No lo puedo soportar".
Mi cuerpo,
normalmente hiperactivo, protesta porque no me puedo mover. Mi mente va por su
cuenta, hay una confrontación por la ruptura con mis procedimientos vitales
normales. Quiero volver a ser normal, la única cosa que pido.
Decirme que no lo
puedo tener hace que ya sea un poco mío. No neguemos lo contrario. Personas
encerradas en cárceles sociales, en medio de todas yo. ¿Qué pasa? ¿Por qué no
aguantas tu reflejo? ¿Quién te quiere comer? Son unas presencias que no se
pueden ver ni oír, pero si te concentras las detectas. Unos seres mitad monos
mitad diablos, en su onda burlona y estafadora.
Cualquier tontería
se convierte en punto clave de planteamiento y análisis. Toda mi atención para
esta chorrada, importancia suprema omnipotente pero sólo hasta los diez
segundos después, cuando otra tontería se convierte en la reina. Ideas que
solapan ideas. Pienso en un mensaje universal subliminal y la grandeza de la
Tierra me hace sentir pequeña.
Y a diferencia de la
gran mayoría fumadora, no tengo ganas de comer, me lo niego, porque una parte
inconsciente de mí quiere seguir despotricando en esta inmundicia. Quiero parar
esta lucha, quiero despertar de esta pesadilla, han pasado cinco horas y sigo
con la apatía distendida y los pensamientos como sapos disparados y propulsados
a la charca que me impide pasar y me tengo que revolcar en ella.
No puedo escribir, a
cada tres palabras se me olvida la idea que quería decir. Hasta mi música
compañera me suena diferente. La analizo y llego a sentir hasta el lamento
oculto del artista. Los mensajes subliminales (todo conjeturas) y me voy
alejando y ya no me identifico con la canción porque no es la que yo conocía.
Ay la desconfianza. Tengo parado hasta el embudo del amor. ¿Cómo puede quererme
alguien si yo quiero desesperadamente tirarme por un puente?